Estrés en la clínica veterinaria

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En una clínica veterinaria es habitual ver escenas que denotan malestar en los animales. Todos hemos visto a ese perro al que arrastran hacia la clínica arañando el suelo, o a ese otro que, cada vez que visita al veterinario, hace de su exploración un suplicio. O aquel gato al que ladran todos los perros de la sala de espera. O aquel otro que defeca sobre la tabla de exploraciones. En definitiva, todos sabemos que la visita al veterinario no siempre es tan ideal como nos gustaría.

Tanto los gatos como los perros, la mayoría de las veces solo van al veterinario porque se encuentran mal o les tocan las vacunas rutinarias, por tanto la habituación es muy limitada. Durante la vacuna, el veterinario aprovecha para realizar una exploración y comprobar que todo va bien. Esta exploración exige una aproximación y una manipulación que el peludo puede interpretar como una situación amenazante. En el caso de que el animal sufra dolor o malestar, la exploración y extracción de muestras puede representar un serio problema tanto para el animal como para el veterinario y auxiliares que lo atienden.

El estrés sufrido en la clínica frecuentemente abandona su principal característica, la adaptación, y adquiere connotaciones negativas, aconteciendo estrés. Este estrés tiene consecuencias adversas, físicas y psicológicas, que afectan directamente a la salud y bienestar del animal.

A pesar de que cada vez más los profesionales veterinarios están sensibilizados con el estado emocional de sus pacientes y dan más importancia a trabajar con seguridad, todavía nos queda mucho camino para recorrer. Como en otros muchos aspectos, países del norte de Europa y Estados Unidos ya hace años que nos llevan delantera y tienen un largo recorrido en el camino de la reducción del estrés de nuestros animales en el veterinario.

Existen varias iniciativas, como la certificación Low stress handling creada por la desaparecida Sophia Yin, el programa Cat Friendly Clinic del proyecto Wellcat for Life creado por el International Society of Feline Medicine junto con Purina, o el programa Cat Friendly Practice creado por el American Association of Feline Practitioners. Todos estos programas tienen en común varios objetivos:

  • Reducir el miedo y el dolor del paciente.
  • Reforzar el vínculo entre el veterinario, el propietario y el animal, incrementando la tranquilidad y confianza del cliente.
  • Mejorar la eficacia de la tarea veterinaria y prevenir problemas tanto fisiológicos como conductuales, a la vez que mejora el estado de ánimo del personal de la clínica y fomenta el trabajo en equipo.

El contenido de estos programas abraca varios aspectos:

  • Formación en bienestar animal y comunicación canina y felina, así como la detección de signos corporales que advierten de miedo o ansiedad. Además instruye a los profesionales en el uso de una comunicación corporal que favorezca la tranquilidad del paciente, hablando con voz tranquila y evitando las aproximaciones frontales y/o bruscas o mirarlo directamente en los ojos.
  • Positivizar la visita al veterinario. Esto tiene una especial importancia en cachorros y gatitos en el periodo de socialización ya que es fundamental que en este periodo el animal reconozca al veterinario como un amigo y se habitúe a las exploraciones y los olores de la clínica. También se recomienda visitar al veterinario en horas de baja afluencia para interactuar relajadamente con el peludo.
  • Creación de zonas de uso exclusivo para gatos, como la sala de espera u hospitalización. En según qué centros resulta imposible dividir la sala de espera debido a las dimensiones, en este caso se recomienda organizar las citas por separado. También se recomienda la instalación de estanterías y aldabas para la colocación de los transportines en alto.
  • Utilizar técnicas que eviten  la ansiedad del paciente. Por ejemplo, el uso de una toalla que ayude a la exploración de un gato o evitar agarrarlos de la nuca.
  • Crear un entorno confortable y familiar cuando el animal es hospitalizado, incorporando objetos personales del propietario o del animal, como una camiseta o su mantita. Poder tapar la jaula con una manta a modo de cortina y preparar escondrijos con cajas de cartón cuando se trata de un gato ayuda a disminuir el nivel de estrés. Es importante tener en cuenta que la sala de hospitalización es una sala de recuperación y descanso, y por tanto se tiene que mantener tranquila y en silencio.
  • El uso de estímulos olfativos apaciguantes como feromonas (Adaptil® para perros o Felliway® para gatos) o espliego en la sala de espera, consulta y sala de hospitalización pueden ayudar reducir el estrés.
  • Cursos formativos dirigidos a los tutores para favorecer la estancia en el centro veterinario y otras situaciones frecuentes o importantes, como el uso del bozal.

Es evidente que implementar un sistema como el descrito precisa de la voluntad y la posibilidad de formación por parte de todos los trabajadores del centro, desde el recepcionista hasta el veterinario responsable, además de una inversión de tiempo. Aun así, tenemos que tener en cuenta que afortunadamente los tiempos cambian, hasta hace no mucho la tarea veterinaria se centraba en el tratamiento de la patología y maximizar las medidas de restricción del animal que llegaba a la consulta; actualmente la mayoría de veterinarios están sensibilizados con la prevención de futuros problemas y potencian los procesos de recuperación de los pacientes a la vez que se respeta la seguridad de los profesionales que los manipulan.

Todo indica, siguiendo las iniciativas llevadas a cabo en varios países, que la tendencia es dar más importancia en el estado emocional del paciente durante la estancia en el centro veterinario, dando la merecida importancia a minimizar las situaciones estresantes con el objetivo de mejorar el bienestar y la calidad de vida, a la vez que mejoramos la seguridad del personal. De hecho cada vez más clínicas en España ya trabajan siguiendo esta línea.

Para todos nosotros, que compartimos nuestra vida y vivencias con nuestro estimado peludo, el veterinario, aparte de ser un profesional, es un amigo, un consejero, y queremos tener la tranquilidad de que nuestro animal vive la experiencia del modo más agradable posible. Definitivamente, la empatía hacia nuestros peludos es un valor en alza.

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