Las vacaciones son aquellos períodos de infinita felicidad para un niño, sin la obligación de ir a la escuela todos los días, corriendo y jugando desde después del desayuno hasta que se hace de noche. Las experiencias vividas durante las vacaciones son tan importantes que las recordamos en edad adulta con melancolía.
Durante las vacaciones también se incrementan los ataques de los perros a niños, tanto a los de la familia como a desconocidos. Estos ataques suelen dirigirse a niños (en masculino) de más de tres años, y frecuentemente las mordeduras de diversa gravedad van a la cara, brazos y piernas. Pero, ¿por qué nuestro perro, nuestro querido amigo, actúa de un modo tan agresivo con nuestro hijo?
Como hemos dicho antes, los niños no van a la escuela y por tanto su presencia en casa es mucho más intensa, además todos sabemos que los niños no paran quietos, sobre todo si tienen la oportunidad de jugar con hermanos o amigos, corren, saltan, gritan, juegan a pelota. Esta actividad tan acelerada puede representar una fuente de estrés para nuestro perro que no puede gestionar correctamente y puede perder los papeles, también el perro puede interpretar alguna acción peligrosa para él e intentar defenderse, efectivamente son muchas las causas del por qué nuestro perro puede atacar a nuestro hijo oa su amigo que ha venido a jugar a casa.
¿Qué podemos hacer para evitar el ataque de nuestro perro? La supervisión por parte de los adultos es el primer paso imprescindible, de hecho, la mayoría de ataques se han producido mientras los adultos no estaban o estaban distraídos.
Además, antes de que un perro ataque, emite una serie de señales que alertan del inminente ataque. En la mayoría de ataques los adultos afirman que el perro ha atacado de repente y sin señal previa alguna; en realidad, aunque la impulsividad en perros existe, en la mayoría de los casos los propietarios no han sabido leer correctamente las señales.
Por tanto, un adulto que esté supervisando correctamente a los niños y el perro debería reconocer diversas conductas por parte de los niños que pueden representar un riesgo, debería reconocer también las señales que emite el perro avisando de un posible ataque, y finalmente debería bajar la tensión y separar a los niños del perro, no castigando al perro sino poniéndolo a salvo.
No olvidemos que enseñar a nuestro hijo a tener una interacción adecuada con nuestro perro, con acercamientos correctos y enseñándole también a leer las señales, también es importante para evitar la agresión. Cada vez las escuelas son más sensibles al incluir formación al respecto, sin embargo existen programas educativos que pueden interesarle como The Blue Dog y Doggonsafe.
Las vacaciones, en definitiva, son aquellas temporadas en las que toda la familia, y esto incluye a nuestros perros, debería disfrutar y recordar con una sonrisa, deseando que lleguen las próximas.