“Hola Montse Lloret. Nuestro veterinario nos ha comentado que te llamemos porque tenemos un problema con nuestro gato: se persigue y se muerde la cola; lo hace muchas veces, y al principio nos parecía gracioso, pero cuando vimos que las lesiones empeoraban, empezamos a preocuparnos. ¿Qué podemos hacer?”
Hay muchas conductas en los gatos consideradas históricamente «graciosas» y de hecho podemos encontrar en las redes sociales muchos vídeos con diversas conductas que representan una fuente de diversión. Ciertamente, muchas de estas conductas tienen una base nada divertida y ponen en riesgo el bienestar del animal.
Que un gato se muerda la cola no es sólo una conducta extraña. Sus orígenes pueden ser muy diversos y pueden derivar en un daño serio y la mutilación, con el consecuente dolor y posible agravamiento conductual.
Cuando nuestro gato se muerde la cola de modo compulsivo, incluso con pérdida de pelo y heridas, debemos acudir a un etólogo que nos pueda asesorar. En anteriores ocasiones ya se ha comentado que para entender la conducta debemos entender la motivación de la causa.
El aburrimiento puede ser un problema lo suficientemente grave como para provocar conductas autodestructivas. Una conducta exploratoria y actividad mental insuficientes pueden ser las causas que lleven al gato a buscar nuevas aventuras con diferentes partes de su cuerpo, sobre todo lo que se mueve: la cola, ejecutando las conductas de caza necesarias con lo que tiene disponible.
La ansiedad, el estrés y el miedo son los orígenes emotivos más frecuentes en problemas conductuales. Aunque su función es adaptativa, cuando los gatos no pueden adaptarse a una situación o ambiente, puede dar lugar al desarrollo de conductas compulsivas, fobias, conductas agresivas y trastornos de ansiedad entre otros. De este modo, la razón por la que nuestro gato se muerde la cola puede ser una conducta de desplazamiento por la imposibilidad de enfrentarse directamente al estímulo que le perturba, muy posiblemente estímulos ambientales como un cambio de domicilio, acoso por parte de algún otro miembro de la familia o, incluso, un ruido imperceptible por los humanos.
Como ya sabéis, estas motivaciones emocionales sólo pueden estudiarse una vez se han descartado las posibles causas fisiológicas, como por ejemplo los problemas ocasionados por las pulgas, problemas dérmicos, problemas en los sacos anales o artritis. Sólo el veterinario puede descartar y tratar las causas fisiológicas.
Así pues, es necesario realizar una entrevista para poder valorar la situación ambiental y el grado de estimulación para poder diseñar un programa específico de modificación de conducta para su gato con pautas adecuadas que ayuden a mejorar la convivencia de toda la familia.